Se trata del proyecto Fondecyt de iniciación Núm. 11241385 denominado “Didáctica Dialógica de la literacidad. Construyendo saberes educativos desde las comunidades”, que será desarrollado por los próximos tres años (2024 – 2026) por una de nuestras investigadoras, la Dra. Blanca Astorga Lineros, quien participa activamente del aula comunitaria ubicada en la Región Metropolitana y que a partir de este proyecto podrá iniciar un camino de investigación respecto a la didáctica con la finalidad de contribuir a la construcción de conocimientos sobre el saber didáctico de la literacidad desde las perspectivas que significan y resignifican las personas participantes de las distintas experiencias de pedagogía dialógica Enlazando Mundos que se desarrollan en las aulas comunitarias a lo largo del país.

El estudio a realizar se hace cargo del permanente desafío que se evidencia en las comunidades de investigación, conformadas en nuestras aulas comunitarias, sobre la importancia de la lengua escrita, en el desarrollo de cada persona, como también la cultura letrada de cada localidad. 

En esta investigación se considera que la literacidad representa un conjunto de praxis tanto sociales y educativas que van más allá de las habilidades de lectura, escritura y comprensión de textos escritos, dado que articula las actitudes, las habilidades, los conocimientos y diversos valores de orden psico-sociocultural, atribuyendo gran importancia al uso y significación de códigos lingüísticos situados y culturalmente valorados en las distintas aulas comunitarias. 

Desde esta noción creo que las personas puedan expresar sentimientos e intereses, crear artefactos culturales, compartir y reconstruir saberes ancestrales, territoriales, personales y familiares, señala Blanca. Y es esta la razón que le impulsa a acompañar, en este Fondecyt, a aulas comunitarias ubicadas en territorios del norte, del centro y del sur de país, para aprender de la sabiduría que ponen al servicio de los procesos de enseñanza – aprendizaje en cada caso y co – construir con ellas conocimiento sobre ¿cómo se enseña a leer y escribir?, ¿quién enseña y quién aprende?, ¿dónde y cuándo ello ocurre?, ¿qué perspectivas de la lectura y la escritura comparten en las comunidades? Y, en definitiva, ¿qué didáctica de la literacidad alientan en cada comunidad?, ¿contribuye ello a la preservación cultural y lingüística de la zona?  

Estas anteriores preguntas representan interrogantes iniciales que de seguro serán sucedidas por otras que el proceso de investigación y las comunidades podrán desarrollar.  “A partir de la metodología que de forma participativa movilizará el trabajo colectivo de adultos y estudiantes”, enfatiza Blanca. 

Para finalizar ella sostiene que “las distintas aulas comunitarias que hemos venido investigando a lo largo de los años en los proyectos en los que participo como co – investigadora, nos han dado a conocer que son las personas en los territorios y en sus comunidades quienes se hacen responsables de crear o (re)crear las estrategias didácticas que utilizan en las aulas comunitarias dialógicas, ya sea en la asignatura de lenguaje y comunicación y en otras instancias de creación donde se pone en ejercicio la lectura y la escritura” Para la investigadora eso es muy interesante de conocer a fondo, “ya que considero que encuentra enorme similitud con lo que se plantea desde un enfoque sociocultural, en el estudio de la literacidad”, advierte la investigadora. También reconoce que “en términos de la necesidad transformación educativa esto último me parece vital, “es urgente valorar los procesos de co-construcción cultural de las disciplinas pedagógicas y más aún comprender la diversidad de maneras que se pueden generar colectivamente para hacer frente a los permanentes dilemas educativos que mantiene el sistema escolar chileno”. 

Para finalizar, Blanca realiza una invitación, “Solo me resta por invitar a las personas, amparadas en sus comunidades escolares, a mirar la escuela como espacios de reconocimiento y sabidurías colectivas, que tienen mucho que decir y que proponer para hacer que lo que aprendemos y enseñamos en las aulas, sea parte de un crecimiento permanente, participativo, pero por sobre todo justo. 

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