Repostería, lenguaje y más, como aporte femenino al conocimiento escolar

Durante el año 2021, la pandemia seguía mas que presente, lo que obligó a desarrollar las actividades educativas de manera remota-virtual. Enmarcado así, el aula comunitaria de Calera de Tango logró adaptarse adecuadamente a esta modalidad, ejemplo de ello fue una encuesta virtual efectuada a familias y estudiantes del primero básico, quienes iniciaron con las actividades de pedagogía dialógica Enlazando Mundos el año pasado. El objetivo era sondear los intereses, disponibilidad de tiempo, saberes y/o experiencias que tiene cada familia, a raíz de los resultados, surgió en una reunión de apoderados online la propuesta de realizar actividades que permitiesen compartir esos saberes con la comunidades.

En ese sentido, las opiniones de las madres de los estudiantes no tardaron en surgir: “se nota que hacen las actividades con amor a nuestros niños” (mamá de Isabel), “qué bonita iniciativa, sigan con ella” (mamá de Enrique). En vista de un agrado general, varias apoderadas se motivaron con la iniciativa, con lo cual comenzaron a preparar, en conjunto con las organizadoras del aula, diversas actividades en las que ellas pudieran aportar con sus conocimientos. En esta reunión, de manera unánime, los apoderados concluyeron que la pandemia trajo dificultades al aprendizaje y que deben reforzar en casa para suplir esto, algunas de las opiniones fueron: “yo tengo ideas de unos juegos online que puedo compartir” (mamá de Catalina), “yo le ayudo en matemáticas a mi hijo y puedo compartir la forma” (mamá de Luis).

Tras la encuesta y reunión, se llegó a la conclusión que son las madres quienes están más involucradas en la eduación de sus hijos, ya que ellas manifestaron su deseo explícito de asumir responsabilidades concretas y participar activamente en las actividades del aula. “Esto coincide plenamente con lo que ocurre en las experiencias de pedagogía dialógica enlazando mundos que se desarrollan en otras aulas comunitarias, donde también son mayoritariamente las madres quienes responden al llamado de la participación”, señala María Ignacia, la profesora jefa del nivel. Con ideas coincidentes se expresa Blanca, docente participante de comunidad, “nos parece que el compromiso concreto en el aprendizaje de hijos e hijas obedece a una opción marcada fuertemente desde el género, y donde los varones, están comenzando a embarcarse de un modo más concreto pero secundario aún. Lo que yo creo obedece al rol histórico de las mujeres en los cambios que se viven en la sociedad, y por ende en la escuela”.

Es importante destacar que el establecimiento educacional donde se desarrolla el aula comunitaria de Calera de Tango, adoptó un sistema híbrido, lo que implica algunas actividades presenciales y otras online. En base a esa modalidad, la comunidad de investigación tuvo que hacer esfuerzos nuevosy extras para planificar actividades acorde al contexto y a la edad de los estudiantes (niños de primero básico). “Es por lo que nos parece muy importante buscar instancias de mayor cercanía entre las familias y el aula. A la familia la consideramos una fuente inagotable de afecto y sabiduría, que nos interesa relevar e incorporar de forma permanente en el aula”, señala la profesora jefe.

Concretamente, las madres que participaron en las actividades fueron 8, todas muy comprometidas con las actividades. En cuanto a los conocimientos que compartieron, 4 madres son expertas en repostería, 2 en lenguaje, 1 en huertos y cultivos y 1 en historia local.

“Resulta interesante reconocer como la sabiduría local sobre temas culinarios revisten un interés sobresaliente que tal como ha ocurrido el año pasado, a los y las estudiantes alegran y del cual disfrutan ampliamente”, señala Blanca. 

En la segunda mitad del 2021, gracias al apoyo de las madres, se realizaron dos clases online de cocina, en las que la comunidad pudo aprender a cocinar pan amasado y cocadas navideñas, esto último cercano a las fiestas caracteristicas de fin de año. En ambas clases, las familias y estudiantes disfrutaron del proceso, “literalmente metieron las manos en la masa. Leyeron, escribieron y tuvieron que hacer cálculos matemáticos con los ingredientes”, señala Eduardo, docente participante. De esto, hay registro fotográfico, prueba del entusiasmo que generó elaborar y degustar las creaciones culinarias. Tras esta exitosa actividad, una de las madres que realizó la clase de cocina se comprometió a repetir la actividad en tanto se retorne a la presencialidad y las restricciones de aforo y otras propias de la pandemia hayan quedado en el pasado.

«Resulta muy valioso reconocer como en nuestra aula comunitaria los saberes que por tradición mantienen las madres, abuelitas y tías del curso colaboran a la estimación social de los conocimientos familiares y apoyan que en todos los hogares del curso se pueda reconocer, de forma reciproca, la importancia de lo que saben en las otras casas.  El interés y el saber propio que se vive al interior de los hogares y que de forma entretenida y lúdica se relaciona con el contenido que el curriculum escolar nos solicita, es lo que a esta comunidad resulta muy interesante de seguir trabajando, junto a las mujeres del aula. Esperamos que estos saberes se multipliquen y podamos compartirlos como evidencia vívida de la riqueza cultural que en estas aulas se genera», concluye la investigadora a cargo.

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