En el Liceo República de Israel, en Concepción, la comunidad del aula comunitaria está conformada por las y los estudiantes de 3º Año Medio y 1º Año Básico, quienes participan en el proyecto que plantea dar un giro a la Formación Ciudadana que, el Estado, a través de su Plan Normativo y el Currículum de Historia y Ciencias Sociales pretende implementar.

Cotidianamente, niñas, niños y jóvenes aprenden conocimientos sobre democracia, Derechos Humanos, Estado de Derecho, Legislación nacional e internacional, sufragio, sistema político, poder y gobierno, sólo para seguir generando “ciudadanas y ciudadanos” pasivos, sin capacidad de problematizar o cuestionar cómo funciona nuestra sociedad, y como su fiel reflejo, la escuela, donde se reproduce fielmente el sistema de jerarquías, obediencia, poder y sometimiento. A modo de ejemplo, los ejercicios más “democráticos” que realizan las escuelas son, entre otros, votaciones para sus directivas y centros de estudiantes, consultas, encuestas y participación de representantes, con un peso o presencia desapercibida.

En contraposición, el giro que propone el Aula comunitaria consiste en un verdadero ejercicio ciudadano activo, de propuestas, discusiones, disenso y consenso, pero, sobre todo, persigue actuar sobre la realidad para solucionar los problemas que se enfrentan a la hora de aprender, en conjunto con el resto de agentes involucrados en el proceso.

Como primer elemento propuesto, está el ejercer una ciudadanía escolar, en simetría con las y los adultos con quienes comparten el aula, dejando de ser objeto, receptáculo de saberes ajenos, desprovistos de sentido para el estudiantado, pasando a ser agentes activos.

En segundo lugar, practican una democracia que es construida de forma intersubjetiva, ya que definen valores, propósitos, buen trato, respeto y reconocimiento de cada persona que compone la comunidad, que profundiza o mejora las normas propias de la escuela.

Tercero, construyen, teniendo como base la Pedagogía Dialógica Enlazando Mundos, una democracia pedagógica, ya que, cada elemento del proceso enseñanza-aprendizaje, es diseñado y rediseñado curricular, evaluativa y didácticamente en conjunto.

Uno de los elementos más valorados por las niñas y niños de 1º básico, es el hecho de que siempre son escuchados, sienten que tienen la posibilidad de expresar todo lo que necesitan, más allá del objetivo que cada clase contiene, lo que conlleva a sentirse valorados, reconocidos, respetados por quienes crean las actividades, sus pares de Enseñanza Media. 

Dicha dinámica, permite comenzar a aportar desde los primeros años de escolaridad, al desarrollo de personas solidarias, empáticas, colaboradoras, que entenderán al ir creciendo, que el rol protagónico, activo, de colaboración y comunidad que ejercen en la escuela, debe ser parte de cualquier espacio en que convivan, generando una madurez o entendimiento del funcionamiento político de la sociedad.

Esta apuesta, que parece tan compleja, es trabajada por personas de entre 7 y 19 años, quebrando la estructura formal de la escuela para dar paso a una Educación Ciudadana que apuesta por la diversidad, su riqueza humana, cultural, social y educativa, adquiriendo conceptos, habilidades y actitudes propias de una sana convivencia, donde los contenidos curriculares son territorializados, adquieren un sentido y pertenencia en la praxis, conformándose una auténtica comunidad.

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