En una reciente jornada de aula comunitaria, las y los estudiantes del Tercer año A, tuvieron una actividad que vincula la enseñanza con la emotividad, la escritura con las emociones, la vida con la muerte, las pérdidas, las llegadas y las partidas.

En un avanzado segundo semestre, las y los estudiantes de nuestro querido curso, a sus cortos 10 años, han enfrentado diversas pérdidas repentinas de familiares, sus madres, padres y abuelos de alguno/as han fallecido. Como comunidad dialógica, sabemos de estas situaciones y de lo importante que resulta poder compartirlas y encontrar empatía y consuelo en los demás. Motivo por el cual nos parece muy necesario abordar este tema y pensamos que no podíamos quedar al margen de dialogar sobre estas terribles situaciones. La comunidad se reunió y antes de seguir con nuestro programa actual, decidimos hacernos cargo de estas emociones, desde nuestra labor docente y ser un puente entre la pena de la pérdida y la liberación emocional por medio de la escritura.                   

De este modo, la clase de Lenguaje y Comunicación se inició de una manera poco usual, conversamos de que en esa clase tratamos el tema “la partida”.  Los y las estudiantes, entre asombro y curiosidad, empezaron a hablar de sus propias pérdidas, la mayoría se refirió a sus mascotas y en algunos casos y pese a la corta edad que tienen, contaron de las recientes perdidas de familiares muy cercanos.  También fue la ocasión para conocer las diversas creencias y reflexiones, sobre todo infantiles, sobre lo que es la muerte, como se expresa, como se comprende. Con más dolor, más esperanza, desde la religiosidad o desde la solidaridad. 

Posteriormente, leímos y escuchamos el cuento de Paloma Valdivia, “Es así”, el cual habla de la partida de seres queridos que se juntan en el aire con la llegada de los nuevos recién nacidos, y como estos chocan sus manos y se desean felicidad y buena suerte en el aire. 

Los estudiantes, profesores, y agentes de la comunidad, quedamos tan conmovidos con el relato que costó retomar el diálogo, sin duda, había emociones que están siempre tan guardadas que era difícil exponer, pero lo logramos, en un clima íntimo de mucho respeto y afecto.

En grupos y respetando un clima de mayor silencio y recogimiento, acompañado, con velas encendidas que hacían más cálido el clima del aula, invitamos a los estudiantes a escribir de manera personal y secreta una carta a los seres que ya partieron. Una estudiante, Catalina, mencionó “le escribiré a mi abuelita, ya que cuando se fue, sentí que se me rompió el corazón”. 

Algunos pequeños y pequeñas, compartieron sus cartas, leyéndolas al curso, hubo emoción, lágrimas, risas, recuerdos que se quedan en el corazón, pero por sobre todo la sensación que después de esta actividad no éramos solo un grupo de aula comunitaria, sino que éramos personas más empáticas, más unidas, más conmovidas por un mismo sentimiento, la partida.    

Algunos de los comentarios realizados por adultos participantes, ya terminada la actividad, dieron cuenta de la importancia y a la vez, de las escasas oportunidades que se producen en las aulas para expresarnos desde las emociones. Esta instancia desarrollada en el aula comunitaria permitió aquello, integrarnos desde los sentimientos, pudimos expresarnos desde las emociones, compartirlas, encontrar en los demás emociones similares y contenciones sinceras, expresadas en abrazos espontáneos o cariños que hacen bien y nos vinculan mucho más y de otras formas.      

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