De la tertulia a la acción en tiempos de pandemia. Es la frase que han tomado como consigna las docentes del aula comunitaria de Calera de Tango, parte de una escuelita al sur de la capital. Actualmente, tratan de encontrar respuesta a la interrogante: ¿Cómo logramos “conectarnos a través de la conexión”?

Las profesoras trabajan en el aula comunitaria desde hace dos años, desarrollando la experiencia de Pedagogía Dialógica Enlazando Mundos presencialmente. Sin embargo, a comienzos de este año, debieron enfrentarse a los dilemas que trajo el distanciamiento social, esto es, el cierre del colegio. Tal impedimento confundió al grupo, tanto es así que uno de sus integrantes señaló: “creí que el proyecto llegaba hasta aquí nomás”.

Comenzaron a plantearse cuestionamientos que antes no tenían, éstos nacieron producto de los nuevos desafíos que trajo la pandemia.

“¿Cuál será la mejor plataforma?, ¿les interesará a los y las estudiantes, a sus familias?, ¿se conectarán?, ¿el aprendizaje será significativo?, ¿lograremos “la conexión de nuestros estudiantes” a través de la pantalla para continuar con nuestra pedagogía dialógica?”

El aula comunitaria tenía muchos proyectos para este 2020, vale destacar: paseos, excursiones, apoyar la incorporación y cuidado de nuevas plantas en el huerto escolar, compartir la experiencia con el resto de los profesionales de la escuela, realizar encuentros de conocimiento sobre la pedagogía que desarrollan. Incluso, tenían planeado “la inclusión de nuevas y nuevos integrantes en las actividades que se desarrollarían en tiempos normales en el colegio”.

A pesar de ver frustrados sus planes, el grupo no se rindió. La motivación por mantener vivo el proyecto y continuar con su tercer año provocó que el aula comunitaria comenzara a buscar opciones, por lo que evaluaron la posibilidad de conectarse, aunque inicialmente se contempló como algo simple. El grupo no olvidó a sus estudiantes, los buscaron (virtualmente, claro), para consultar cómo estaban, cómo han sobrellevado estos meses de encierro, para conocer sus opiniones y comentarios acerca de lo que está pasando.

Los y las docentes comentan que: “hay un grupo de niñas que se expresan mucho cariño y deseos de comunicarse, hay un par de niños que demuestran un alto interés de ser escuchados. Se observa que conocen las medidas de seguridad e higiene, sin embargo, se aprecia que hay poco manejo de la situación a nivel mundial. A partir de las primeras conexiones e interacciones, nos dimos cuenta de que podíamos avanzar y proyectarnos a realizar actividades más profundas, donde pudiésemos abarcar contención y aprendizaje, desde la mirada comunitaria que venían desarrollando.”

Actualmente, se encuentran desarrollando diferentes actividades. En ocasiones, las clases virtuales las realizan dividendo a los alumnos en grupos pequeños, los cuales están a cargo de adultos, esto para realizar una tarea que, en la sesión siguiente, se incorporará a la actividad del curso. Todo lo anterior, ha permitido establecer dinámicas colaborativas generadas desde estrategias virtuales. Para conseguir todo esto, cada 15 días, realizan reuniones de manera virtual, para planificar y organizar, tanto las actividades como los roles que tendrá cada uno durante la conexión. En ese sentido, se distribuyen las tareas y evalúan las clases anteriores, y así, lograr identificar las fortalezas y debilidades que esta nueva forma de enseñar.

En palabras de la docente: “reforzando siempre que el objetivo es lograr la pedagogía dialógica Enlazando Mundos, a través de las pantallas”.

Tanto estudiantes como adultos han manifestado su satisfacción y gratitud con lo conseguido. Es más, con el transcurso de las clases, las y los estudiantes se han ido motivando, por lo que cada vez participan de manera más activa en ellas. Es gracias a esto que el grupo ha podido desarrollar actividades personalizadas enfocadas en su contexto y entorno. Dentro de éstas, se han dado procesos de revalorización al vestigio del imperio Incaico, el Pukara de Chena, ubicado en el cerro del mismo nombre.

Además, se ha conseguido la participación de madres y apoderadas en las actividades, lo que permitió conocer interesantes historias familiares, como la de estudiantes de ascendencia mapuche. En esa línea, la familia de dicho pueblo compartió sus conocimientos gastronómicos en una sesión de cocina virtual, en la que los estudiantes y adultos/as pudieron elaborar su propia tortilla de rescoldo.

Todo ello con el fin de que, en el aula, señala uno de los colaboradores, “seamos capaces de reconocer, dialogar y finalmente, valorar la historia de Calera de Tango. Sus ancestros, la cultura que enmarca a la comuna, y como ésta se relaciona actualmente con su forma de vivir, tradiciones y lenguaje, los cuales siguen presentes a pesar de estos tiempos pandémicos.”

Tortilla de rescoldo preparada en la clase de cocina virtual
Clase de revalorización de la cultura inca
Clase de revalorización de la cultura inca
La familia mapuche compartiendo sus historias

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